jueves, 23 de octubre de 2014

Aféitate con Carlos Herrera II.


Aféitate con Carlos Herrera.

Escéptico-Pesimista, sentado en la terraza del  viejo bar de la esquina, que ahora regenta un joven chino, ante un vaso de manzanilla, con un cubito de hielo, con la mirada fría fija en un punto indeterminado de la mesa. Con el periódico doblado sobre las piernas, como si temiera que se lo pudieran quitar. Rumiando pensamientos sombríos, como en él era habitual.


-Ahora, como no tenían bastante con el efectivo, las tarjetas “blac”, o como sean. ¡Vamos a saco! Y Rajoy que no sabe qué hacer con ellos. ¡Vamos hombre, todos a la cárcel! y fuera del Partido ya. Pensaba para sí.

Entonces, se dio cuenta de que en la mesa contigua se había sentado otro parroquiano. Ambos cruzaron sus miradas y el recién llegado le saludó:

-Buenos días ¿Cómo estás? Le dijo sonriente.

Nuestro hombre de mirada fría se quedó por un instante parado. Pero de pronto, recordó quién era.

-Tú eres el de la mujer que se afeita con Carlos Herrera.

-No. Mi mujer no se afeita con Carlos Herrera. Me afeito yo.

-Perdona hombre, no quería decir eso. Vamos que ya sé que el que se afeita en tu casa eres tú. 
Dijo, excusándose por su torpeza.

-Estás perdonado. ¿Y tú te afeitas ya con Carlos?

-Cuando sintonicé Onda Cero mi mujer se fue directa al transistor y lo apagó. Confesó resignado.

-¿Qué le tiene manía a Carlos?

-¡Qué va!, ahora dice que es de Podemos. Dijo con ese tono que demuestra desacuerdo.

-Ahora hay una fiebre de ciudadanos-podemos. Hasta cierto punto es lógico. Dijo restándole importancia, el parroquiano sonriente.

-A mí me parece que España necesita otros políticos, pero los muchachos de Podemos los veo muy comunistas. No sé… muy, muy de otro tiempo. Parecen del NODO a color.

-¡No hombre, no! Exclamó el de la sonrisa permanente.

El escéptico-pesimista estaba harto de tanto optimismo y afirmó con rotundidad:

-De la corrupción no nos libra nadie. Ni Podemos, ni nadie.

-Ya verás como en un par de años España es otra España. Insistió el incansable optimista.

-Eso me temo, que dentro de un par de años España sea otra España o no exista España.

Y mirando a un punto perdido en el cielo, ensimismado, se puso a pensar cómo podría ser esa otra España, si él podría ser feliz en otra España o sin España. Cuando el optimista, sin querer darle la puntilla, se la dio.

-¿Sabes una cosa? Cómprate unos auriculares y podrás afeitarte oyendo a Carlos Herrera.

El escéptico, lo miró insinuando una sonrisa y pensó:

-El gilipollas éste, ¿cuándo se callará?


Y unas nubes negras empezaron a cubrir el cielo.

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